No, porque ya no son necesarios.
Los apóstoles fueron testigos oculares de la resurrección del Señor (Hechos 1.22, 26; 4.33) y a quienes Él envió como sus mensajeros. Ellos podían hacer milagros para confirmar su autoridad apostólica (Hechos 2.43; 5.12). Murieron, pero nos dejaron “la doctrina delos apóstoles”, en la cual debemos perseverar (Hechos 2.41-42). Como ya no hay testigos oculares de la resurrección de Cristo, ya no hay apóstoles.
Los profetas eran hermanos en las iglesias del Nuevo Testamento que recibían revelación del Espíritu Santo para comunicarla a la iglesia (Hechos 13.1).
“Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1.21). Esas profecías eran sobre todo revelación de Dios a la iglesia acerca del orden que Él quería que se practicara, la cual era la misma en cada iglesia (1 Corintios 14.37). Hoy no necesitamos profetas que nos comuniquen la mente de Dios; para eso tenemos la Biblia.
El orden en que fueron establecidos está en 1 Corintios 12.28: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente, apóstoles, luego profetas…”. El Señor, después de su resurrección, envió a los once a predicar el Evangelio y a hacer discípulos, enseñándoles que guardaran todas las cosas que Él les había
mandado (Mateo 28.18-20). En Hechos 1.21-26, Matías fue incluido entre los apóstoles, y después Saulo, Pablo, (1 Corintios 1.1; 9.1; 2 Corintios 2.12; Gálatas1.1). Bernabé es llamado apóstol en los Hechos (14.14), porque fue “enviado” (significado de la palabra apóstol) por el Espíritu Santo a la obra del Señor (Hechos 13.2), pero él no era parte de los apóstoles enviados por el Señor Jesucristo después de su resurrección.
Hechos 4.36 y 9.27 muestran claramente que él no era parte de ese grupo. Pablo fue enviado directamente por el Señor Jesucristo resucitado (Hechos 26.16-18). No hay ninguna otra persona en el Nuevo Testamento que sea llamada “apóstol”. En 1 Corintios 13.8-10 Pablo nos enseña que las profecías eran algo parcial y temporal hasta que viniera “lo perfecto”. “Las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará”. Las palabras “lo perfecto” indican que se habla de algo, no de alguien, por lo que no es una referencia a la venida del Señor. Ese algo perfecto haría innecesario “lo que es en parte”, una referencia a la Biblia, que en aquel momento no estaba completa. Pero al escribirse su último libro, ya no necesitaba que se le añadiera nada más. Efesios 2.20 dice que la iglesia está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas”. En toda construcción, el fundamento se echa una sola vez. Si hubiera apóstoles y profetas hoy, el fundamento estaría incompleto y la Biblia no sería perfecta (completa).
Ignorar esto ha dado lugar a mucha confusión y esclavitud religiosa.
Aunque no hay profetas ni apóstoles hoy, para estar preparados para la eternidad Pedro nos exhorta a no olvidar “las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles… [porque] el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3.2,9).
Willians Alcalá
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