“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.”

“Antes del quebrantamiento es la soberbia,
y antes de la caída la altivez de espíritu.”
(Proverbios 16:18, RVR1960)

Este versículo nos enseña una advertencia clara: la soberbia y la altivez de corazón son caminos seguros hacia la ruina. En el contexto evangélico, entendemos que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes (Santiago 4:6). Cuando una persona se llena de orgullo, creyendo que no necesita de Dios ni de Su guía, inevitablemente se expone a un quiebre espiritual, moral o incluso físico.

La soberbia es ese sentimiento de autosuficiencia y superioridad que hace que el ser humano ignore su dependencia de Dios. Al dejar de reconocer que todo bien proviene del Señor, el corazón se endurece, y esa arrogancia trae destrucción. La caída que menciona el proverbio no siempre es inmediata, pero es segura: puede manifestarse en la ruina personal, el fracaso de proyectos, relaciones rotas, o un distanciamiento doloroso de la presencia de Dios.

En la enseñanza evangélica, se enfatiza que el orgullo fue la causa principal de la caída de Satanás (Isaías 14:12-15). Del mismo modo, cualquier persona que se exalta a sí misma corre el riesgo de caer. Jesús mismo nos advirtió:

“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
(Mateo 23:12)

Por eso, la respuesta correcta ante este consejo bíblico es buscar una vida de humildad y constante dependencia de Dios, reconociendo que todo éxito, sabiduría y bendición viene de Él, y no de nosotros mismos.