¿Por qué murió Jesús? (2)

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Jesús murió en la cruz porque nos amaba y quería llevarnos a Dios. Su muerte no solo es la prueba de su amor infinito, sino que a través de ella nos libró del juicio. Jesús oró a su Padre, diciendo: “He acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). Y justo antes de morir, Jesús dijo: “Consumado es” (Juan 19:30).

Nuestro egoísmo, el odio, la avaricia, la mezquindad, el orgullo, la inmoralidad y todos los demás pecados horribles que estropean nuestras vidas se interpusieron como un gran muro entre nosotros y Dios. Pero Jesús murió en la cruz para derribar ese muro de pecados. Él, el justo, tomó el lugar de nosotros los injustos; pagó nuestra deuda, llevó nuestra carga. Lo hizo para que nosotros pudiéramos ser plenamente perdonados por Dios, sin que nada menoscabara su justicia.

¡Jesús hizo esta obra por amor! No hay nada en el mundo que se pueda comparar con ese amor, un amor que se sacrificó, no por sus amigos, sino por sus enemigos. ¡Es absoluta y maravillosamente único! Por eso usted debe creer en Jesucristo. ¡Él lo ama tanto que aceptó sufrir todo esto por usted! ¡Le tiende las manos perforadas por los clavos para darle la bienvenida! ¡No espere más!

“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13).