¿Ha pensado alguna vez en esta pregunta? ¡Nos concierne a cada uno de nosotros, porque de nuestra respuesta depende nuestro futuro en esta tierra y en el más allá!
Pilato, el gobernador romano, sabía que los líderes religiosos habían entregado a Jesús “por envidia” (Mateo 27:18). Comprendió que ellos estaban celosos de Jesús, motivo por el cual lo acusaron de querer hacerse rey y de rebelarse contra la autoridad del emperador. Pero Pilato, sin duda por miedo y por conveniencias políticas, condenó a Jesús, aunque sabía que era inocente. Por eso algunos ven en Jesús el símbolo de todos los inocentes que son condenados injustamente. ¡Pero hay mucho más!
Jesús dio su vida por amor. El apóstol Pablo escribió: “El Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
Cuando usted piensa en la muerte de Jesús, no puede dudar de que él lo ama. ¡Amor infinito! ¡Jesús estuvo dispuesto a dar su vida incluso por sus verdugos!
Jesús dio su vida para salvarnos: “Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. En la cruz Jesús tomó nuestros pecados, los cuales nos cerraban el acceso a Dios. Jesús fue condenado en nuestro lugar, para que Dios pudiera perdonarnos, para que nosotros pudiéramos estar sin miedo en su presencia, libres de toda culpa. “También Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).